El calentamiento global no espera
La cumbre de Copenhague ya supuso un fiasco y, un año después, vemos cómo los muchos cabos sueltos de aquel encuentro mundial no sólo no se han atado, sino que se prolongan en una huida hacia adelante verdaderamente alarmante: como denuncia Ecologistas en Acción, “no se establece 1,5ºC como aumento de temperatura máximo, se mantiene el riesgo de que no exista un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, no se fijan unos compromisos de reducción de emisiones de los países industrializados en consonancia con la ciencia, no se evita que los mecanismos de financiación generen nueva deuda externa a través del pago de los intereses, se profundiza en la dilución de las responsabilidades comunes pero diferenciadas sobre el cambio climático, y se ofrece un cheque en blanco al aprobar un documento que incluye apartados que están por definir en un futuro“. La firma de un acuerdo vinculante se ha pospuesto a una próxima cumbre en Sudáfrica en 2011, pero nada garantiza que así vaya a ser, visto el historial de estos foros internacionales que parece que siempre cumplen un objetivo inconfensable: no servir para nada.
Mientras, por suerte, hay quien sí se cree eso de pensar global y actuar local. Contra el pesimismo de la razón, hay otra cara de la moneda (aunque parezca que ésta siempre cae del lado de Copenhague y Cancún) que muestra el optimismo de la voluntad. En Rivas sabemos que el calentamiento global es un problema sobradamente contrastado científicamente, sobre el que -cada vez más- urgen hechos y respuestas, en lugar de debates. Por eso estamos ya avanzando hacia el horizonte de una ciudad con un nivel cero de emisiones de CO2 en el año 2030, dentro de un proyecto integral de ciudad que ha llamado la atención hasta de la Secretaria de Estado para el Cambio Climático del Gobierno español. Ahora sólo hace falta que tome nota.
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